viernes, 27 de septiembre de 2013

Jardinera.



El alma es como un jardín. No basta con poner flores bonitas.

Los pensamientos son como la hierba.

Hay que arrancar los yuyos para que pueda crecer la dichondra.
Ni bien aparecen hay que sacarlos de raíz, porque crecen y se reproducen a toda velocidad, asfixiando el pasto tierno.
Los malos pensamientos no dejan que los buenos sigan creciendo. Se entabla una lucha por la supervivencia. Ahí donde salió el yuyo no crecerá más que eso.

Sembramos una flor pequeña, y si la cuidamos y tenemos paciencia, se convertirá en una mata que nos recibirá cada vez que regresemos a casa.

Mi jardín poco a poco y con trabajo se va llenando de color.
Y yo me voy llenando de alegría.